Barefoot

The alarm sounds and a sleepy sigh re-sounds in the tiny room, as an answer to the annoying beep. Anyway she was already awake, it is impossible to sleep properly in this country. “Why don’t you use blinds? Jesus Christ, eight months waking up to the sunrise.” She comes out to the corridor, the mirror is just in front of the pale blue door of her bedroom. “Oh my God, my hair! The humidity makes me look like an African woman”. Her black curls are the double in volume than when she is at home, back in Italy. She looks so sleepy in her pyjamas… She goes down the stairs very slowly, feeling the cold floor under her feet. She is not wearing shoes.

The first days it was shocking for her to see all the Irish walking around with no shoes or shocks. But then, she decided to join them. After all, shoes are nothing but prison for feet. There is always dust on the floor because the cleaning man spends more time lying on the coaches than brushing the stairs, but no one really cares. They are students, they allow their feet to be dirty.  Out of the sudden she remembers  when she was in the States and she used to look at the kids of the house playing barefooted on the grass. One day she took her shoes and socks off and started playing with them. It feels weird that this thought came to her mind while heading the dining hall for breakfast. Imagination works in a different way when we are in the territory between dream and reality. She now joins the Irish as two years ago she joined the kids, with no shoes, barefooted to feel the cold weather of this country in first person, ‘in first feet’, barefooted to play their games, to share their lives.

‘I hate when people talk during breakfast… That musical Northern Irish accent is killing me. So early! Too early to talk… None should ever talk before 9am’. She is staring at the little waves the spoon made in the coffee. Staring as everybody stares when they just woke up, staring as if they were not physically there, staring at something trying to understand that they are not sleeping anymore, that this is reality. Trying to accept that it is 9am and it is time to go to college.

She is sitting with her back towards the door of the dining hall. Every time the door squeaks she turns her head, making the curls dance in a semicircle, to see who is coming. Secretly she expects him to come. She always does. Every morning, every day, everywhere. The third time it is him. She turns her head to the back of the dining hall and then to the front again as fast as she can. But a little shy smile arises from her lips. «So stupid, I’m smiling at the coffee. Should I look now?» No, wait.  «Hey, what’s up» he says in an almost inaudible volume, looking even sleepier than she does, barefooted just like she is. And then she stops staring at the coffee to stare at him, it is definitely a better view. And replies with a little and timid ‘heyy’ sluring  the last ‘y’, perhaps as a consequence of the musicality of her mother tongue. The smile is visibly bigger now.

«I wish he talked to me in the morning, before 9am.»

Tusa Éire

I have spent days, months centuries trying to glimpse the essence of this ethereal country.

I had never heard before of the name of this devastating river which divides the town in two: the Liffey.

Now, I’m in love with its bridges.

If I stop in the middle of Happenny Bridge I can feel how the city quivers around me alive, alien

As a shimmering self made of iron, lamps and coats.

In the middle of nowhere, accompanied just by a homeless man, the homeless man of Happenny Bridge.

He is the only person who stops in the middle of the bridge, as I do.

I often wonder if the city appears as an alien self to him, too.

I have spent months looking for the essence of this grey and mythical Ireland.

I figured out that I did a thousand of times: in the wind ;in the accent of my professors during the endless lectures in the University theatres; in the shape of the lame fox which visits the garden every night; in the joy of three blond boys having a Guinness in a pub, in the impressive landscape of the Cliffs of Möher; in the sky that threatens to rain every single morning; in the impossible green of the hills through the bus window; in the Irish soundtrack that reminds me of war ballads sung by soldiers in exile to remember their green mother country, which bears the name of a mythical princess.

However, I didn’t achieve to make it mine, to feel the essence of this country until I looked into your eyes. The blue of your eyes challenged the grey of the sky. Meanwhile the wind was playing with my curls I saw in slow motion how Ireland spread out in front of me.

Ballads, waterfalls, the Liffey, the wind, the rain, and a past of fights, rested between your eyelashes.

Then, I understood: Ireland is you.

 

 

Versión en español:

Llevo días, meses, siglos intentando vislumbrar la esencia de este país etéreo.

Nunca antes había escuchado el nombre de este río demoledor que parte la ciudad en dos: el Liffey

Ahora estoy enamorada de sus puentes

Si me paro en medio de Happenny Bridge siento cómo la ciudad revota a mi alrededor, viva, ajena

Como una masa luminosa de acero, farolas y abrigos. En medio de la nbada, acompañada en esencia por un mendigo, el mendigo de Happenny Bridge. es el único que también para en el centro del puente como yo.

Me pregunto si a él también le parecerá una masa ajena y viva la ciudad

Llevo meses buscando la esencia de esta Irlanda gris y mítica. Creí encontrarla mil veces; en el viento, en el acento de mis profesores durante las largas horas en los teatros de la universidad, en la figura del zorro cojo que visita todas las noches el jardín, en la alegría de tres rubios brindando ebrios en un pub, en el paisaje imponente de los acantilados de Möher, en el cielo que se cierne sobre mi cabeza amenazando lluvia todas las mañanas , en el verde imposible de las colinas a través de la ventana del autobús, en la banda sonora frenética que recuerda a baladas de guerra que cantaran los soldados exiliados para recordar a su verde madre patria con nombre de princesa mítica

Sin embargo, no conseguía hacerla mía, palpar, sentir la esencia de este país hasta que te miré a los ojos

El azul de tus pupilas desafiaba el gris del cielo. Mientras el viento jugaba con mis rizos, vi cómo a cámara lenta  Irlanda se desplegaba ante mis ojos.

Las baladas, las cascadas, el Liffey, los puentes, la lluvia y un pasado de lucha estaban guardados entre tus pestañas.

Entonces lo comprendí: Irlanda eres tú.

Formidable

Caminaba así, con un suspiro eterno en el brillo de sus pupilas

Como siguiendo una danza coordinada su pelo, su bufanda, su cintura tan breve

Recorrían los andenes de una estación nublada

Ella era maravillosa, ella era de otro mundo

Las comisuras de sus labios tenían un aliento a bohemia

Me daba la impresión de que cada vez que esbozaba una sonrisa

Una orquesta completa de violines melancólicos comenzaba a dar un concierto

En alguna parte del mundo

Ça voulait dire tu es Jolie, la Bohème

La Bohème era ella, así de trágica, de perecedera, de inadvertida

El corazón roto con un golpe seco se le había transformado en una rosa de tinta

Boom! Serena, al ritmo de su pelo efímero

Ella era tan maravillosa

Su misterio, su atmósfera, su cadera bailaba entre los trenes

Tan irrepetible como las lilas de Montmartre

Yo la seguía como un fantasma a caballo, ajena a su alma

Sonaba en mis auriculares: “you are the one for me , for me, for me, formidable”

Imaginé que se giraba y clavaba sus ojos negros y trágicos en mí

Imaginé una carcajada dinamitar en sus labios rojos

Y que cogía mi mano y bailábamos como en Siete Almas

Una danza de despedida inminente

La vi alejarse y entrar en el tren

Cómo posando sus dedos en el cristal acariciaba su hielo

Y lanzaba un beso al horizonte.

No a mí, al horizonte

Sonó el pitido chirriante del tren marchándose

 

Salí a la calle mojada, me escondí bajo mi bufanda de cuadros

Ya no había nubes, starry starry night

Elle était formidable, il était fort minable

Ella era maravillosa, él era un miserable

El que le prendió fuego al corazón para dejarla sola en ese andén extranjero

Miserable, se lio un porro con las cenizas del corazón de ella

Miserable, elle était formidable

La Patria de los Opresores y la Patria de los Oprimidos

Siempre es difícil definir el concepto de patria. Es complicado identificar en nuestro fuero interno el verdadero significado que tiene para cada unx de nosotrxs.. Para algunxs la patria es eso que dice Martín padre durante aquella cena en la conocida co-producción hispano-argentina,con la que muchas nos hemos sentido identificadas «la patria es un invento. Tu patria son tus amigos».

Sin embargo, hay diferentes formas de entender la idea de patria. Es una palabra tan sonora, tan regia, tan imponente, y tan peligrosa. En mi vida he conocido aún, por desgracia, pocos países. Aún así he conocido los suficientes como para darme cuenta de la existencia de infinitas definiciones no escritas, y de que definitivamente no es lo mismo ser patriota en un lugar que serlo en otro. Por razones históricas y pot la hiatoria que se sigue escribiendo.

Lo que escribo a continuación está basado en el entendimiento de patria como aquel país y aquella cultura en la que unx nace. Siguiendo esa definición, me he dado cuenta de que hay, fundamentalmente, dos clases de patria; una de la que nos enorgullecemos y otra que nos repele y asquea. La patria de los oprimidos y la patria de los opresores.
Los pueblos que a lo largo de su historia más actual han sufrido la ocupación, el imperialismo, la colonización, el abuso y al tiranía de otras naciones reivindicarán con toda seguridad el concepto de patria como algo positivo, como un signo de resistencia y de rebeldía. Muchos países de Latinoamérica enarbolan orgullosos sus banderas en el día de la Independencia, el día en que se emanciparon de sus colonizadores porque eso significa libertad.

Lo mismo pasa con Irlanda cuando, orgullosa, defiende con firmeza su esencia y su cultura, tan diferente de la inglesa, que cambia de banda sonora de rock tabernero a balada de exilio en lo que una parapadea.

Para ellxs patria es resistencia. Sus patrias son las patrias de aquellxs que han sido oprimidxs. Para ellos lo suyo, lo propio y distintivo es algo bueno pues han sentido de cerca el miedo a perderlo, han sentido cómo otros lo criminalizaban y destruían. Esta idea no solo funciona con países enteros sino también con regiones. Un ejemplo de esto último sería el País Vasco, en el norte de España.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando identificas a tu propio país, a lo que debería ser tu patria, como el opresor? Cuarenta años de dictadura desangraron el concepto de patria en España y cuando estábamos débiles y solo queríamos sobrevivir nos lo robaron, se lo quedaron para ellxs. Los regímenes dictatoriales se han sucedido a lo largo de la historia reciente en Europa. Sin embargo, al pasar los años la mayoría de los países ha conseguido desligar su imagen de patria de la que tenían sus opresores. Ellxs han parecido entender que sus países eran algo más que un régimen fascista, y que la mejor forma de rebeldía era reivindicar esa diferencia. Levantarse y, de alguna manera, decir «El mundo no nos conocerá por esto, lo vamos a cambiar porque esto es nuestro».  Claramente no es el caso de España. No sé si fue porque la transición dejó mucho que desear. Quizás porque la gente tenía tanto miedo que no se atrevieron ni a reivindicar lo que era suyo, lo que había sido siempre del pueblo antes de que la dictadura instaurase su odio y fregase las tierras con entrañas. Antes de que el nombre del país pronunciado a un volumen algo más alto de lo normal chirriase en los oídos.
Mi carnet de identidad dice que soy española, castellana, y que nací en la Sierra de Gredos. Y ¿sabéis? aunque siempre he mirado con escepticismo cualquier idea de pertenencia a un lugar en lo que se refiere a mi persona, me llena de rabia que la esencia y el nombre de mi país se lo hayan quedado mis enemigos. Siento como si les hubiésemos dejado vencer de alguna forma, ya no política sino casi poética. Hemos dejado que España signifique ellxs y signifique tantas cosas que nos incomodan. Han conseguido que no nos sintamos orgullosxs de decir dónde hemos nacido, que no mostremos la bandera porque la seguimos considerando suya, porque late la tiranía aún en ella, porque no le hrmos cambiado no pos colored ni el escudo .

Muchos movimientos nacionalistas en regiones de España son apoyados por personas que no forman parte de esa región. Más allá de cuestiones ideológicas pienso que quieren sentirse por una vez parte de un pueblo que reivindica lo suyo, lo propio. Porque en el fondo nos encantaría querer lo nuestro sin que lo hubieran envenenado.

A veces siento que hemos fallado a lxs poetas, a todas las mentes maravillosas que tuvieron que irse de nuestro país porque si no lo hacían los fusilaban, los enterraban vivxs o morían en una cuneta. Y no solo a ellxs sino a nuestros propios antepasados emigrantes que habrían dado su vida por tener la oportunidad de quedarse en su país, en su tierra con sus amigxs y sus familias. La primera vez que comprendí esto y sentí rabia e impotencia me encontraba leyendo textos de María Teresa León. Y una reflexión clara como el agua vino a mi mente: no hay mayor patriota que el exiliado. Porque cuando te exilias entras a formar parte del bando de lxs que han sido negadxs, del bando de lxs oprimidxs. Y tu patria nunca será su patria.
Yo no siento mi patria como suele sentirse pero si yo reivindicase una patria española, de mi país sería aquella de esxs exiliadxs y no la de lxs opresores que se quedaron. Ellxs nos la han robado y nosotrxs les hemos dejado. No queríamos saber nada más, queríamos que nos dejaran en paz. Hemos dejado que recaiga todo su odio en el nombre de nuestro país sin darnos cuenta de que ellxs fueron y aún son personas sin derecho alguno a poseer nuestra tierra, nuestra cultura. Me llena de impotencia que hayan manchado con fascismo e injusticia el nombre de tantas personas maravillosas, de tantas mentes brillantes, de tantas abuelas trabajadoras, de tantos obreros rebeldes, de tantas intelectuales de trinchera.
España no es suya, hay que recordarlo. Ni de ninguna persona ni de ningún gobierno. España es de las poetas, de las gaitas gallegas, de las guitarras andaluzas, de Paco de Lucía, de Gloria Fuertes, de Federico García Lorca, de María Teresa León, de la Sierra de Gredos y de la furia del Cantábrico, del sol del Mediterráneo, de su lengua, tu lengua, su acento y mi acento, es de todas nosotras y de todos ellos. Nuestra España es de nuestras jóvenes estudiantes que se tienen que ir al extranjero, de nuestros abuelos que fueron pastores, y de nuestras madres que trabajan día a día para pagarnos la universidad. Es nuestra poesía, nuestra música, nuestra ciencia, nuestra filosofía y nuestras lenguas preciosas y ricas, nuestras lenguas melódicas y fuertes. Nuestras lenguas que saben gritar insumisión con decenas de acentos diferentes. Es de las cabezas conscientes de que su país, su idioma, su arte y su poesía NO son mejores que ninguna otra en el mundo.  Y de aquellas que saben que la tierra no se posee, la tierra se ama y hay que dejar que todo el mundo haya o no nacido en la misma pueda amar y vivir en esa tierra y enriquecerla. España no es la que nos han vendido siempre. No es suya, suya será su España, la que ellos quieran tener, la mía no, la nuestra no. La nuestra es nuestra y es de todxs, y la nuestra recuerda y quiere que las fronteras estén abiertas.
Con toda esta reflexión no vengo a decir que haya que tener un único concepto de patria. Sino puntualizar que existe otra manera de vivirla. Y que nuestra visión de ella se mueve de positiva a negativa dependiendo de la historia del país en el que hayamos nacido. Mi intención sería liberar el concepto de patria en España de unos grilletes individualistas, simples, crueles y homogeneizantes. Desvincular el concepto de patria de la tiranía. Solo para que ellxs no ganen, solo para que gritemos las de abajo, los otros, solo para hacer justicia a todos y todas las españolas que se lo merecen y se lo han merecido a lo largo de la Historia. Pero para ello tenemos que cambiar. Y gritar que somos diversos y dejar de entender el concepto en su forma tradicional. Y hacer una maldita revolución y derrocar a los herederos de la putrefacción.

 

Para finalizar, me gustaría puntualizar que de forma personal, siendo la patria por definición la tierra natal o adoptiva a la que la persona se siente ligada afectivamente, no diría nunca que mi patria es España, así tan ambiciosamente. La siento enorme, inabarcable, desconocida. Una patria para mí debe ser algo más pequeñito, deben ser personas e ideas, debe ser poesía y música, debe ser una terraza con sol y árboles. Es algo mucho más simple, en realidad; mi patria son mis montañas, mi río congelado, mi jardín en invierno, las conversaciones con amigxs de mil lugares del mundo y la sonrisa de mi madre.
Pero sé que mi país no es de ellos, de su dinero y de su odio. Nuestro país es nuestro, es tuyo y mío, de ella y de él, es de todos y de todas las que quieran venir. Es de vuestro esfuerzo y de nuestra dignidad. Mi país no es de ellos. Nuestro país es de nuestrxs poetas.

Ana

En mil cristales

Me hundo en el alféizar y mis ojos se dan de bruces contra el cielo,

el cielo negro e indiferente de mayo que me niega la subida

Atrapada, animal salvaje en jaula de plástico

Y las estrellas ni me miran

Me dicen que no llevo un trozo de luna por corazón,

me parten en mil cristales

Como las piedras cuando me miran sabiéndolo todo,

como yo cuando miro al suelo sin saber nada,

me parto en mil cristales

Como cuando camino en los reflejos de los escaparates

tan rápida, tan fugaz, tan sinsentido

queriendo abarcarlo todo y corriendo sin abarcar nada

Tanta euforia estridente en mi realidad, tanta alegría, tantas llamas,

tanta vida, tantos latidos, tanta ilusión

Pero

tanta crueldad, y dictadura y hierro y desolación

y ahogo, y pasividad.

Tan asesina de emociones la realidad

Tan injusta, tan sin corazón

Vacía y llena de miseria que chilla

El cielo de mayo nos ha dejado en la estacada

En la cascada de saliva que corre por las venas de la ciudad nadie se mira el corazón

Mi torre se ha podrido y se ha convertido en la ventana de un tercer piso

En medio de una noche en un edificio cualquiera del mundo

Un mundo verdugo de su propia razón

que ha obligado a la humedad a pudrir mi torre de sueño