Hoy, en esa playa en la que no estábamos, cantaba una voz suave
Todo lo que tú y yo fuimos y todo lo que ya no somos
En ese mar calmado justo antes de ponerse el sol
Justo después de haberse puesto
Me miraba una Ana de veinticinco años y me preguntaba
¿qué pasó?
Porque eras joven y ya no lo eres
¿Qué pasó contigo y con él?
En sus manos maníacas de humo, en su piel, cada vez más dura,
Cada vez menos adolescente
Cada vez menos mía
Que ha dejado de ser mía por completo
¿Dónde enterramos los ataúdes de las pequeñas muertes de nuestro amor?
Yo tengo tres en las playas de Málaga
Si revuelvo la arena demasiado veo su negror de insecto brillante
Sé que si los aprieto un poco se descascarillan y se desintegran mezclándose con la arena
y ya, simplemente, dejan de ser
Pasan a existir en forma de arena negra en el fondo
de esa playa en la que hoy no estábamos
en la que hoy te miré a los ojos y no te entendí
y se perderá la voz marina que habla de ti y de mí
del amor que un día nos centrifugaba las entrañas
y de lo que, aplastado por las botas precisas y brillantes del presente,
ya no somos