La playa

Hoy, en esa playa en la que no estábamos, cantaba una voz suave

Todo lo que tú y yo fuimos y todo lo que ya no somos

En ese mar calmado justo antes de ponerse el sol

Justo después de haberse puesto

Me miraba una Ana de veinticinco años y me preguntaba

¿qué pasó?

Porque eras joven y ya no lo eres

¿Qué pasó contigo y con él?

En sus manos maníacas de humo, en su piel, cada vez más dura,

Cada vez menos adolescente

Cada vez menos mía

Que ha dejado de ser mía por completo

¿Dónde enterramos los ataúdes de las pequeñas muertes de nuestro amor?

Yo tengo tres en las playas de Málaga

Si revuelvo la arena demasiado veo su negror de insecto brillante

Sé que si los aprieto un poco se descascarillan y se desintegran mezclándose con la arena

 y ya, simplemente, dejan de ser

Pasan a existir en forma de arena negra en el fondo

de esa playa en la que hoy no estábamos

en la que hoy te miré a los ojos y no te entendí

y se perderá la voz marina que habla de ti y de mí

del amor que un día nos centrifugaba las entrañas

y de lo que, aplastado por las botas precisas y brillantes del presente,

ya no somos

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De Ana Apausa Veneros

Este espacio resiste al tiempo y a los lugares. Es un espacio abierto de poesía y reflexiones es el retrato impresionista, a pinceladas certeras pero caóticas, de una mujer, de una adolescente y de una niña. Hija de sus tiempos, de sus privilegios y opresiones, de su contexto y de su personalidad, hija de su suerte y de su desgracia, de la amistad y de la herida, de sus amores y de sus desamores, de la alegría y de la depresión, de la muerte y de la vida, de la luz y la oscuridad, de pueblos y de barrios habitados, del arte y de la política, de su madre y de su padre. Pero hija sobre todo, de todo lo que hay en medio de cada dos de esas palabras.

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