Siempre en abril

Me gusta pronunciar la palabra abril porque me hace mimos en los labios, me suena a canto de pájaro recién nacido, a fuentes en la sierra que borbotean, a plantas incorporándose

También me gusta abril porque al llegar toda esta luz llega también el encuentro con lo que sigue y la muerte de lo que se va

Los ciclos de la naturaleza, desde el menstrual a las estaciones, me ayudan a aceptar con menos resistencia el cambio.

Esta es la última primavera de mi veintena.

A veces me veo parada con los ojos llorosos, medio asustada, mirando la vida y el mundo atropellarse delante de mí, a la luz de una pantalla gigante iluminándome la cara.

La ciclicidad me ayuda a aceptar las pequeñas muertes y las nuevas vidas que se superponen en esa pantalla.

La primavera me ayuda a bajar las manos a la tierra húmeda y templada y agradecer lo que hoy tengo, y traer amor a las personas y a los animales que me acompañan.

Me ayuda a ver a través de los años y las décadas a otras personas viviendo en esta tierra y en la mía que olieron las mismas flores que yo huelo, pensaron lo mismo que yo pienso, y sufrieron.

Esta primavera me está ayudando a mirar el pasado, a volver a la memoria para comprender aún más profundamente el presente.

Para hacer algo, con esta garganta y estas manos, hacer algo.

Mi corazón descansa

Desde que era niña y miraba en silencio la sierra, sentada sobre una piedra, he caminado buscando la unión

He caminado buscando una garganta sincera de río que me susurrase certera que no estoy sola

Y la he encontrado en muchos caminos

Nunca pensé que la encontraría mirando alrededor con ojos nuevos que atravesasen lo viejo y lo resignificaran

La he encontrado en más caminos de los que podría nombrar

Pero nunca pensé que la encontraría en tantas miles de personas que, como hormiguitas sabias, construyen los túneles de la resistencia al horro, que levantan el pecho y los ojos a un sol nueo y amable

Que detienen, con sus voces femeninas y seguras, ligeras y poderosas, las carreras desesperadas de aquellas a las que la injusticia les hiere el corazón

Nunca pensé encontrarme en el camino todo este amor, todo este trabajo, toda esta cascada de esperanza de agua y montaña que me tiende la mano y me otorga una agencia antes adormilada, para construir un mañana más amable para todos los seres del mundo

Mi corazón descansa hoy con ustedes

La esperanza

Me imagino que todo este deseo y este amor es el amor al mensaje, no al mensajero

Me imagino que toda esta materia inestable que se pega a mi piel y a mi pecho hoy es la obra de las máquinas de la esperanza

regadas estos días por las mentes y su expansión, por la supuración de la cura en lo posible, en lo concreto,

regadas por ese pus que se transforma en agua al pasar del cerebro al corazón

Sano, y porque sano mi corazón late, sano porque hoy siento esperanza y no desolación

porque siento colectividad y no aislamiento

Riego mis plantas hoy con las lágrimas de lo posible, con el bostezo somnoliento de una luz compartida, con la ilusión fundada de un mundo más justo

Un mundo en el que todas y todo seamos sujetos y escuchemos al despertar la risa de un amigo, el juego de las niñas, y no los silbidos de las bombas

que nos llenen las sábanas el olor del café y no el de la pólvora

Guardar silencio

Entre el silencio y la palabra hay un acantilado y un vendaval 

Lo que quiere decir que

entre tú y yo ya no puede haber nada 

Un corazón en el Mediterráneo

Hace un tiempo vi a una niña muerta

El shock fue certero

Me congeló el corazón

Y yo, llorando, me lo llevé en las manos a la playa

Allí, con el sol del mediodía se derritió

Yo le dije adiós despacio,

a mi corazón de agua,

y él me dijo que el mismo mar que lo acunaba

le llevaría a bañar los pies de un padre roto

y los ojos de una abuela triste

al otro lado del Mediterráneo.

Me dijo que le esperara,

a mi corazón de agua transparente

Me dijo que volvería,

que en los días azules de la primavera venidera

me vendría a visitar por el grifo de la cocina

Me dijo, cuando se despedía, que bebiera esa agua,

un poco más transparente que otros días

y que a su tacto el corazón huérfano de mi pecho volvería a latir

y sus latidos, como en morse me darían un mensaje

y me dirían suaves y certeros

que la niña no sobrevivió

pero que yo sí