Crema dura, quemadura

Se me enciende el primer chakra cuando te miro la piel

esa piel de otro mundo,

luna de agosto,

tan blanca que se me antoja irreal

Quiero recorrerte cada rincón del torso con la lengua

quiero aplastarla fuerte contra tus venas y sentir tus latidos

Moverme encima de tus rodillas como un péndulo errante

Quiero abrir tanto mi boca

que abarque tanto de ti que ya no haya límite

Quiero tocarte con las palmas anchas de quien coge agua en el río un día de verano

y se la lleva a los labios secos y salados

Quiero agarrarte completo, redondo, tibio

con mis palmas de pan recién hecho

Amasarte los músculos un domingo por la mañana

con la luz entrando por la persiana de madera

Quiero dibujarte caminos empapados en el cuello

y dentro de las orejas

hacerte temblar , ponerte tenso, lleno, duro

Quiero que tus manos me aprieten despacio

como si mi cintura fuese cerámica en un torno

Quiero llenarte de agua, de aceite y de canela

Quiero abrirme como una flor en time-lapse

y que me llenes entera, mi espalda se curve y yo sostenga la respiración

Quiero que undas tus labios entre mis piernas

y nos sintamos inmortales y parte del universo

Que los límites de nuestros cuerpos se deshagan en el todo

Que en la habitación haya tanta agua que tengamos que abrir las ventanas y las puertas

Que el Albayzín se llene de ríos con olor a jazmín

que el Darro se ensanche tanto que por la mañana todo el barrio se levante confuso

y embriagado como en El Perfume

Quiero llenar tu cuerpo, trigo y lluvia,

de saliva, limón y flores

Quiero explosionar en una danza frenética

pero suave

encima de ti, rítmica, primitiva, divina

Quiero llenarte de todo

y que me llenes

Y reventar los cristales con gemidos

que la onda sonora baje todo San Gregorio como un huracán

y las lámparas de las teterías estallen

Y entre la confusión suenen las campanas de la iglesia del Paseo de los Tristes

Y caer a tu lado despúes

colmada, mojada, fibrada y suave

que mis ojos se tornen vidriosos y se me rasguen

se me ricen las pestañas y me ría por dentro,

y te sonría por fuera

Te quiero ver así,

Vulnerable, contento, calmado, satisfecho, blando

Y sin miedo.

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De Ana Apausa Veneros

Este espacio resiste al tiempo y a los lugares. Es un espacio abierto de poesía y reflexiones es el retrato impresionista, a pinceladas certeras pero caóticas, de una mujer, de una adolescente y de una niña. Hija de sus tiempos, de sus privilegios y opresiones, de su contexto y de su personalidad, hija de su suerte y de su desgracia, de la amistad y de la herida, de sus amores y de sus desamores, de la alegría y de la depresión, de la muerte y de la vida, de la luz y la oscuridad, de pueblos y de barrios habitados, del arte y de la política, de su madre y de su padre. Pero hija sobre todo, de todo lo que hay en medio de cada dos de esas palabras.

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