Una noche de octubre en Albayzín

Pensaba ayer en la trágica belleza de buscar a Amal a las dos de la mañana con esta luna
Por un Albayzin desierto, dormido
La Alhambra iluminada y roja, al-hamra, la roja, la que me acompaña cada noche como a tantas otras desde hace siglos
¿Acompañaría la Alhambra a Lorca en noches sosegadas de desamor y alegría secreta, como me acompaña a mí?
¿A qué hora del día escribía?
¿Escribía de noche Federico?
¿A él ambién le provocaba esta alegría inconfesable el encontrar nuevos objetos de carne y hueso para alimentar su poesía?

Es casi cruel, creo, solo necesitas existir,
yo no necesito tocarte
Para inspirarme
De hecho, quédate así, lejos y cerca
A la vez

Le veo con su chaqueta de traje marrón, a Federico, como la que mi abuelo lleva en fotos viejas donde parece Ben Affleck en Pearl Harbour
los pobres de antes siempre iban bien vestidos
Veo a la luna en sus costuras y a él mirando su cuaderno, el aljibe le abraza por la espalda
¿Estabas en la misma fuente que yo cuando lo veías todo verde, Federico?
Así lo veo yo con esta luz, todo verde
Y me pregunto si te sangraba el pecho de rosas morenas igual que a él, y por eso lo escribiste

Paseando, el jazmín que se desborda por estas callejas y que huele
a las noches de verano de las niñas granaínas
Me perfora las fosas nasales como una flecha
hasta el cerebro
Como una bala de olor en el centro de mi frente
Vértigo
Detrás de los ojos
Los cierro, pestañeo
Mi frente se enfría y la siento dolida
Como cuando trago helado de mango muy rápido.
Y me posee entonces una nostalgia insoportable de algo que nunca tuve
O no en esta vida
Algo lejano, cálido, borrado por la memoria del tiempo que nadie anota ni cuenta, del que nadie escribe
Niñas jugando, gatos, gritos, el agua cayendo en la piedra, una vecina cantando, el Albayzin volviendo a ser barrio
Nostalgia de un pasado de película mediterránea en sepia

Me quiero abrir el pecho en dos y meter todo el cartucho para volverme una criatura etérea y cálida con pantalones cortos y gorra, que corre por una calle de piedra hablando italiano o quizás con suerte me vuelvo Malena.

Eterna y trágicamente, en la comodidad de lo irreal


Y vuelvo, y me recuerda el jazmín a pasear a tu lado
¿Cómo puede el jazmín recordarme a ti tan pronto?
¿Y la pintada sobre el que canta a la libertá que nunca tuvo? La de encima de mi calle
¿Cómo puede el Darro evocarte en mi mente cuando lo pasée con tantos antes que contigo?
Cuando lo dibujé con tantos antes que contigo
Lo desconozco, y me gusta
Te desconozco, y tú también me gustas
Aún así

Por muy cruel que esté siendo haciéndote esto
Ya existes aquí
Al final de este poema

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De Ana Apausa Veneros

Este espacio resiste al tiempo y a los lugares. Es un espacio abierto de poesía y reflexiones es el retrato impresionista, a pinceladas certeras pero caóticas, de una mujer, de una adolescente y de una niña. Hija de sus tiempos, de sus privilegios y opresiones, de su contexto y de su personalidad, hija de su suerte y de su desgracia, de la amistad y de la herida, de sus amores y de sus desamores, de la alegría y de la depresión, de la muerte y de la vida, de la luz y la oscuridad, de pueblos y de barrios habitados, del arte y de la política, de su madre y de su padre. Pero hija sobre todo, de todo lo que hay en medio de cada dos de esas palabras.

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