Para que yo me de la vuelta A la piel como si fuera reversible Y me vuelva un animal psicodélico Y enérgico dentro de mi propio cerebro La cabeza latiéndome Mil imágenes a mi alrededor Y mis piernas flexionadas Para lanzar un grito que retumbe por toda la ciudad Para que me salgan serpientes y luces Del estómago Y rompa mi garganta en silencio pero con fuerza Con toda la fuerza del mundo De cada célula De cada color morado y verde eléctrico Para que el agua hirviendo me resbale por la piel sin quemarme Porque tengo tanto fuego dentro Una leona en una discoteca vacía Una gorila aterrizando en el suelo Y el polvo que la envuelve, que estalla bajo sus pies Bajo mis pies La fuerza Esa fuerza Esas cuerdas eléctricas Para que yo me ponga la piel del revés y grite Y vomite mis entrañas en forma de poesía mal escrita Y grite Y grite Sólo necesito este abismo Agridulce De vértigo azul oscuro Que ni siquiera tiene tu nombre Este vértigo que me atraviesa como una flecha y me lanza a las estrellas Me faltaba esta droga dopamínica
Apártate y deja que implosione desde dentro hacia fuera Si te tocan las ondas expansivas No es a propósito Quiero implosionar Joder, echaba de menos implosionar Tirarme al vacío Echaba de menos ser humana
Pensaba ayer en la trágica belleza de buscar a Amal a las dos de la mañana con esta luna Por un Albayzin desierto, dormido La Alhambra iluminada y roja, al-hamra, la roja, la que me acompaña cada noche como a tantas otras desde hace siglos ¿Acompañaría la Alhambra a Lorca en noches sosegadas de desamor y alegría secreta, como me acompaña a mí? ¿A qué hora del día escribía? ¿Escribía de noche Federico? ¿A él ambién le provocaba esta alegría inconfesable el encontrar nuevos objetos de carne y hueso para alimentar su poesía?
Es casi cruel, creo, solo necesitas existir, yo no necesito tocarte Para inspirarme De hecho, quédate así, lejos y cerca A la vez
Le veo con su chaqueta de traje marrón, a Federico, como la que mi abuelo lleva en fotos viejas donde parece Ben Affleck en Pearl Harbour los pobres de antes siempre iban bien vestidos Veo a la luna en sus costuras y a él mirando su cuaderno, el aljibe le abraza por la espalda ¿Estabas en la misma fuente que yo cuando lo veías todo verde, Federico? Así lo veo yo con esta luz, todo verde Y me pregunto si te sangraba el pecho de rosas morenas igual que a él, y por eso lo escribiste
Paseando, el jazmín que se desborda por estas callejas y que huele a las noches de verano de las niñas granaínas Me perfora las fosas nasales como una flecha hasta el cerebro Como una bala de olor en el centro de mi frente Vértigo Detrás de los ojos Los cierro, pestañeo Mi frente se enfría y la siento dolida Como cuando trago helado de mango muy rápido. Y me posee entonces una nostalgia insoportable de algo que nunca tuve O no en esta vida Algo lejano, cálido, borrado por la memoria del tiempo que nadie anota ni cuenta, del que nadie escribe Niñas jugando, gatos, gritos, el agua cayendo en la piedra, una vecina cantando, el Albayzin volviendo a ser barrio Nostalgia de un pasado de película mediterránea en sepia
Me quiero abrir el pecho en dos y meter todo el cartucho para volverme una criatura etérea y cálida con pantalones cortos y gorra, que corre por una calle de piedra hablando italiano o quizás con suerte me vuelvo Malena.
Eterna y trágicamente, en la comodidad de lo irreal
Y vuelvo, y me recuerda el jazmín a pasear a tu lado ¿Cómo puede el jazmín recordarme a ti tan pronto? ¿Y la pintada sobre el que canta a la libertá que nunca tuvo? La de encima de mi calle ¿Cómo puede el Darro evocarte en mi mente cuando lo pasée con tantos antes que contigo? Cuando lo dibujé con tantos antes que contigo Lo desconozco, y me gusta Te desconozco, y tú también me gustas Aún así
Por muy cruel que esté siendo haciéndote esto Ya existes aquí Al final de este poema