Implosionar

Para que yo me de la vuelta
A la piel como si fuera reversible
Y me vuelva un animal psicodélico
Y enérgico
dentro de mi propio cerebro
La cabeza latiéndome
Mil imágenes a mi alrededor
Y mis piernas flexionadas
Para lanzar un grito que retumbe por toda la ciudad
Para que me salgan serpientes y luces
Del estómago
Y rompa mi garganta en silencio pero con fuerza
Con toda la fuerza del mundo
De cada célula
De cada color morado y verde eléctrico
Para que el agua hirviendo me resbale por la piel sin quemarme
Porque tengo tanto fuego dentro
Una leona en una discoteca vacía
Una gorila aterrizando en el suelo
Y el polvo que la envuelve, que estalla bajo sus pies
Bajo mis pies
La fuerza
Esa fuerza
Esas cuerdas eléctricas
Para que yo me ponga la piel del revés y grite
Y vomite mis entrañas en forma de poesía mal escrita
Y grite
Y grite
Sólo necesito este abismo
Agridulce
De vértigo azul oscuro
Que ni siquiera tiene tu nombre
Este vértigo que me atraviesa como una flecha y me lanza a las estrellas
Me faltaba esta droga dopamínica


Apártate y deja que implosione desde dentro hacia fuera
Si te tocan las ondas expansivas
No es a propósito
Quiero implosionar
Joder, echaba de menos implosionar
Tirarme al vacío
Echaba de menos ser humana

Una noche de octubre en Albayzín

Pensaba ayer en la trágica belleza de buscar a Amal a las dos de la mañana con esta luna
Por un Albayzin desierto, dormido
La Alhambra iluminada y roja, al-hamra, la roja, la que me acompaña cada noche como a tantas otras desde hace siglos
¿Acompañaría la Alhambra a Lorca en noches sosegadas de desamor y alegría secreta, como me acompaña a mí?
¿A qué hora del día escribía?
¿Escribía de noche Federico?
¿A él ambién le provocaba esta alegría inconfesable el encontrar nuevos objetos de carne y hueso para alimentar su poesía?

Es casi cruel, creo, solo necesitas existir,
yo no necesito tocarte
Para inspirarme
De hecho, quédate así, lejos y cerca
A la vez

Le veo con su chaqueta de traje marrón, a Federico, como la que mi abuelo lleva en fotos viejas donde parece Ben Affleck en Pearl Harbour
los pobres de antes siempre iban bien vestidos
Veo a la luna en sus costuras y a él mirando su cuaderno, el aljibe le abraza por la espalda
¿Estabas en la misma fuente que yo cuando lo veías todo verde, Federico?
Así lo veo yo con esta luz, todo verde
Y me pregunto si te sangraba el pecho de rosas morenas igual que a él, y por eso lo escribiste

Paseando, el jazmín que se desborda por estas callejas y que huele
a las noches de verano de las niñas granaínas
Me perfora las fosas nasales como una flecha
hasta el cerebro
Como una bala de olor en el centro de mi frente
Vértigo
Detrás de los ojos
Los cierro, pestañeo
Mi frente se enfría y la siento dolida
Como cuando trago helado de mango muy rápido.
Y me posee entonces una nostalgia insoportable de algo que nunca tuve
O no en esta vida
Algo lejano, cálido, borrado por la memoria del tiempo que nadie anota ni cuenta, del que nadie escribe
Niñas jugando, gatos, gritos, el agua cayendo en la piedra, una vecina cantando, el Albayzin volviendo a ser barrio
Nostalgia de un pasado de película mediterránea en sepia

Me quiero abrir el pecho en dos y meter todo el cartucho para volverme una criatura etérea y cálida con pantalones cortos y gorra, que corre por una calle de piedra hablando italiano o quizás con suerte me vuelvo Malena.

Eterna y trágicamente, en la comodidad de lo irreal


Y vuelvo, y me recuerda el jazmín a pasear a tu lado
¿Cómo puede el jazmín recordarme a ti tan pronto?
¿Y la pintada sobre el que canta a la libertá que nunca tuvo? La de encima de mi calle
¿Cómo puede el Darro evocarte en mi mente cuando lo pasée con tantos antes que contigo?
Cuando lo dibujé con tantos antes que contigo
Lo desconozco, y me gusta
Te desconozco, y tú también me gustas
Aún así

Por muy cruel que esté siendo haciéndote esto
Ya existes aquí
Al final de este poema