Dedicado a las BRIF (Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales)
Un frente demoledor baja por los cerros,
tropas del inframundo avanzan asediando.
A sus pasos levantan humo negro, humo blanco
El estómago se anuda, en el pecho hay una roca
Gritos, palas, azadas, motores
Confusión, organización espontánea
¿Y si cambia de dirección el viento nos quemamos?
Figuras amarillas y ágiles abren la puerta del infierno,
y saltan hacia dentro: hacia donde nadie puede, hacie donde nadie se atreve.
Libélulas colosales y ruidosas escupen agua y vida,
se mezclan con las nubes de humo,
giran cual acróbatas,
y como pájaros que dieran de comer a sus crías vienen y van.
Vienen y van sin descansar.
Falta el aire, falta el latido del corazón que se nos cae al suelo
al ver arder la tierra que llevamos tan dentro.
Ella . Siempre tan silenciosa, tan eterna parecía.
Nos acompañaba en el viaje o en el trabajo, o en la vista desde el balcón.
Siempre callada… hasta hoy, que grita.
Hoy grita y sus lágrimas queman, son de fuego.
Sus habitantes huyen por cielo y tierra.
¡Corred, volad que no os apaguen la vida los frentes de muerte!
¡Que no os despiste el humo,
que no os alcancen las llamas
como al pequeño corzo!
Una vez más la mano del humano os asedia,
aunque otros hombres y mujeres os tienden las suyas.
Y gastan su energía en apagar vuestra pena
En la lucha de los buenos contra los malos
la que siempre pierde eres tú, Madre Tierra.
A la mañana siguiente hace frío, como si el cielo se hubiese puesto tan triste como nuestros ojos.
A la mañana siguiente queda silencio y cansancio.
Quedan montes agujereados por huesos negros
que antes bombeaban savia.
Polvo. Polvo pasivo, polvo distraído, polvo de silencio.
Naturaleza. Naturaleza testigo, Naturaleza víctima,
Naturaleza llora, Naturaleza no puede gritar.
La alivian con friegas de agua los valientes amarillos,
casi toda del río o del ambalse
aunque yo sé que alguna que otra gota
es salada.